Chile Igualitario: matrimonio, pluralismo y orgullo para comenzar un nuevo ciclo

Alessia Injoque

Diciembre 9, 2021

Hoy, después de muchas batallas, tenemos una ley de Matrimonio Igualitario con apoyo transversal, que consolida el camino de inclusión de las familias diversas y la protección de nuestros hijos. Hoy, entendemos que para hablar de bienestar no bastan los números.

Hace solo algunos años, para hablar de prosperidad nos referíamos casi exclusivamente a las cifras y crecimiento. En ese entonces las políticas públicas analizaron a la población chilena como una masa uniforme y, de tanto medir cifras y sacar promedios, le borramos los rostros a la ciudadanía.

Pero las diferentes comunidades que coexistimos en este territorio alzamos nuestras voces para evidenciar injusticias cotidianas que estaban normalizadas. Desde nuestro dolor y nuestras alegrías, manifestaciones artísticas y columnas de opinión, en las marchas y en las conversaciones, desde la comunidad y las organizaciones, trabajamos sin descanso en procesos de cambios y transformación que eliminen las barreras arbitrarias impuestas por el Estado para limitar nuestros proyectos de vida.

La ciudadanía comenzó a escuchar sobre nuestras vidas en reportajes, fuimos personajes en alguna serie, protagonistas en una película, un amigo de la infancia contó que es gay, una tía muy querida y valiente le dijo al mundo que es lesbiana y en el colegio de tu hijo, una de sus compañeras de curso que le presta los apuntes de historia, es trans. Así, aquellas reivindicaciones que muchos veían desde lejos se volvieron personales y nos acompañaron.

El camino fue difícil. Despectivamente se apodó a estas luchas “políticas identitarias”, algunos trataron de reducir nuestras experiencias a “ideologías” e incluso “dictaduras”, dijeron que causamos división, que nuestra identidad y nuestro amor no era “natural” y hasta nos acusaron de perjudicar a la familia y a los niños. Recibimos todo tipo de descalificaciones. Pero fracasaron las caricaturas, porque la gran mayoría pudo ver en nuestros ojos la autenticidad de nuestras necesidades y entender la justicia de nuestras demandas.

Durante las últimas décadas la sociedad chilena ha cambiado profundamente. Hace 22 años nuestro amor era un delito; hace solo 9 el asesinato de Daniel Zamudio remeció la sociedad y tras el dolor, que nos obligó a tomar conciencia, avanzamos en una Ley de Antidiscriminación hace nada más 6 años se nos reconoció legalmente como parejas tras la aprobación del Acuerdo de Unión Civil y sólo hace 3 las personas trans logramos que el Estado nos reconozca en una Ley de Identidad de Género.

Hoy, después de muchas batallas, tenemos una ley de Matrimonio Igualitario con apoyo transversal, que consolida el camino de inclusión de las familias diversas y la protección de nuestros hijos. Hoy, entendemos que para hablar de bienestar no bastan los números, tenemos que ponerle rostro a las políticas públicas, porque la prosperidad será de las naciones pluralistas que logren integrar al progreso a todas las personas y grupos humanos, como iguales en dignidad, libertades y derechos, para construir un futuro compartido.

Hoy, somos un poco mejores, y es motivo de orgullo.

Esta columna fue publicada originalmente en theclinic.cl.