Historia del Feminismo

Consideraciones previas

Ser feminista es un proceso de toma de conciencia sobre la enorme desigualdad que existe entre géneros y es luchar por disminuir la brecha. Es ver operar al patriarcado en todas las esferas y en distintos niveles; es sufrir por las injusticias, es pelear por nuestros derechos. Ser feminista no es fácil, pero ciertamente no podríamos no serlo. Desde tiempos pretéritos, compañeras de causa han sacrificado incluso sus vidas, para lograr hitos importantísimos tanto para nuestra vida pública como la vida privada: por darnos independencia, libertad y autonomía sobre nuestros cuerpos. Ser feminista es construir el camino hacia la libertad con conciencia de la brecha de géneros existente desde siempre y hacerse cargo de ella tomando medidas activas para revertirla y permitir que todas las identidades sean tratadas con igual dignidad y respeto.

Olas del feminismo

El fenómeno de las olas del feminismo permite identificar el proceso de formación incipiente donde concentra la fuerza y movimiento de las aguas antes de elevarse, donde incluso pareciera retroceder para luego elevarse hasta llegar a ser visible e incluso temible para luego bajar y esparcir sus aguas en el resto del mar, empapando la sociedad con la fuerza que en principio fue reprimida, temida y, que cuando baja se reintegra mezclando y refrescando las aguas estancadas, empapando de vida lo que se ha secado. La historia del feminismo y su avance es relativo a la región, cultura y educación, por lo que el proceso de construcción y co-construcción del movimiento es algo vivo en cada persona, por ende, no existe consenso claro sobre cuando comienza realmente el feminismo.

 

Queremos destacar con fervor que estas olas hablan de la historia de Occidente, donde la emancipación, libertad e igualdad sigue viéndose lejanas, como la incorporación de las mujeres a espacio de poder y decisiones, la violencia extrema a la que estamos expuestas (donde incluso nos puede costar la vida hecho de nacer mujeres, identificarnos como mujeres, o en base al juicio de la expresión de género que nos designe mujeres), donde se sigue cuestionando nuestras acciones e intenciones, donde la brecha salarial entre hombres y mujeres puede acabarse en más de cien años. Sin embargo, somos conscientes que nuestra experiencia, así como la de las valientes precursoras que abrieron camino, dista absolutamente de nuestras pares en Oriente y en el mundo arábico. Ellas realmente sufren de sumisión, impetuosidad magnánima, dolor que deben padecer en silencio. Somos conscientes de la crudeza con la que podemos vivir las mujeres y que no podemos bajar la guardia ante ello. Ignoradas en la historia y en los libros, empatizamos con su situación y creemos que es parte de nuestro deber incorporarlas en los escritos y a la lucha.

Mujeres chilenas que inspiran

Así como la de las valientes pioneras del feminismo lograron diversos derechos a través de la lucha en las distintas olas, somos conscientes de las grandes escritoras, científicas, artistas y demás profesionales y/o expertas en su oficio que en la historia y en los libros fueron olvidadas y vetadas de inscribir sus nombres en la historia, y creemos que es parte de nuestro deber incorporarlas en los escritos, lucha y la historia que co-construimos. Ante esto, como Partido Liberal y su manifiesto feminista damos cuenta de la experiencia chilena y las mujeres chilenas que inspiran un futuro feminista y liberal. Es importante partir con el Decreto Amuná tegui de 1877, que autoriza el ingreso de las mujeres a la Universidad.

 

A partir de esto, paulatinamente la mujer fue integrándose a la vida académica, destacando Eloísa Díaz Insunza, la primera mujer en licenciarse en medicina en Latinoamérica el año 1886. Este decreto contribuyó que las mujeres tuvieran nuevas oportunidades ad portas el siglo XX y durante éste. En el plano social, durante el siglo XIX y XX se crearon distintas instancias y organizaciones de socialización exclusivamente masculina, privando a las mujeres de un espacio propio. Ante esto, en 1915 se funda el Club de Lectura y en 1916 el Club de Señoras de la mano de Delia Matte. Este club contribuyó en la enseñanza y cultura de las mujeres de la elite chilena. Una de sus eminentes miembros fue Martina Barros Borgoño, escritora feminista anticlerical, destacada por su trabajo en el fomento de la educación femenina y por traducir “The subjection of Woman” (1869) de John Stuart Mill bajo el t tulo de “La esclavitud de la mujer” (1872), lo que marcó  un hito sin precedentes en cuanto a la visibilidad de la situación de las mujeres al atreverse a usar esa palabra, que no había sido utilizada en su traducción al español.

 

Durante estas primeras decadas del s.XX, comienza a forjarse el futuro liberador de la mujer en el plano político y civil, donde pese a que no se obtuvo sufragio universal sino hasta 1949, veintisiete años antes el Consejo Nacional de Mujeres, presidido por Amanda Labarca, presentó un proyecto de ley sobre derecho civiles y pol ticos de la mujer, el que deriv  en las primeras modificaciones al C digo Civil en 1925 por medio del decreto ley n  328, conocido como Ley Maza. Este decreto elimina algunas incapacidades relativas de la mujer que la mantenían en una calidad civil equiparable a un menor de edad, además de reconocer a la mujer casada con algunas atribuciones en materia de patria potestad, pudiendo administrar los frutos de su trabajo a través del régimen conyugal de separación de bienes.

Para el manifiesto del feminista del Partido Liberal es muy importante detenerse en Amanda Labarca, y destacar su labor fundamental en el camino al sufragio femenino. Ella una pedagoga, representante de un modelo laico, racionalista, liberal y reformista que, aunque sin ser sufragista significó un enorme avance para la obtención de derechos civiles y políticos en Chile y para el feminismo nacional. Después de egresar del Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile, vuela hasta Estados Unidos para realizar una pasantía a en la Universidad de Columbia. Al volver a nuestro país realiza un ciclo de cuatro conferencias en su Alma Máter, titulado “Actividades Femeninas en los Estados Unidos”. Además, participó en la creación del Comité Nacional Pro-Derechos civiles de la Mujer, organismo que consiguió en 1934 la posibilidad de elegir y ser elegidas en comicios municipales con la aprobación de la Ley N  5.357. Doce años más tarde fue elegida presidenta de la Federación Chilena de Instituciones Femeninas (FECHIF), organización en la que trabajaba por la obtención del derecho a voto de las mujeres en las elecciones parlamentarias y presidenciales. En resumidas cuentas, la actividad de Amanda Labarca retrata una figura del feminismo liberal que trabaja por la inclusión progresiva de la mujer en la esfera pública y la educación transversal. Continuando con esta breve historia del feminismo en Chile, en el a o 1922 se cre  el Partido C vico Femenino, primer partido femenino en la historia nacional, que levanta como causas y objetivos los derechos sociales, económicos, políticos y legales de la mujer.

 

En 1935 se funda el Movimiento Pro Emancipación de las Mujeres de Chile (MEMCh), destacando como dirigentas Elena Caffarena y Marta Vergara. La primera, una abogada y pol tica que luch  arduamente por el derecho de sufragio y la liberaci n femenina, y por la clase obrera; la segunda, una escritora y periodista, fundamental para la difusión de ideas feministas, principalmente a través del boletín “La mujer nueva”. El MEMCh luchó principalmente por el derecho a voto de la mujer. Después de una ardua lucha, el 14 de enero de 1949 se aprueba en el Senado la Ley n 9.292 que le otorga el derecho a sufragar en elecciones presidenciales y parlamentarias a las mujeres, siendo las elecciones de 1952 en las que la mujer vota por primera vez. 

 Con la ley de sufragio ampliado ya publicada, seguían las mujeres sin ser representadas en las instituciones pol ticas. En 1951 es electa la primera mujer parlamentaria en la historia de Chile, Inés Enrique Frodden. Dos años más tarde es electa Mar a de la Cruz Toledo, la primera senadora de la República, quien además es fundadora del Partido Femenino de Chile, el segundo partido de mujeres en el país. Cerrando lo que fue el siglo XX para la mujer, es importante destacar a aquella gran poetisa que se convirtió en la primera mujer latinoamericana en ganar un premio nobel, Lucila Godoy Alcayaga más conocida como Gabriela Mistral, que en 1945 obtuvo el galardón de literatura. 

 

El siglo XXI da inicio con profundas desigualdades económicas, políticas, culturales y sociales entre hombres y mujeres, pero también trae grandes alegrías que significan un nuevo paso en el camino de la liberación y el empoderamiento femenino. En 2005 fue electa presidenta de la República Michelle Bachelet Jeria, convirtiéndose en la primera mandataria mujer en la historia de Chile, la sexta jefa de Estado en Latinoamérica. Sin conformarse con romper esa barrera, Bachelet también fue la primera Secretaria Ejecutiva de ONU Mujeres y, entre 2014 y 2018 ostentó nuevamente el cargo de Presidenta de la República de Chile. Actualmente es Alta Comisionada de las Naciones Unidas por los Derechos Humanos. A pesar de que hemos visto cómo la mujer se ha ido insertando en el espacio público y educativo, la brecha sigue siendo muy grande respecto al porcentaje de participación e influencia masculina, convirtiendo estos espacios en lugares hostiles para el desenvolvimiento pleno de las mujeres.

 

El 2018 estalla lo que se conoce como “El Mayo Feminista”, una rebelión femenina que nace en las universidades del país a raíz de graves casos de acoso sexual, pero termina levantando todas las problemáticas de desigualdad de género, violencia contra la mujer y las consecuencias del patriarcado. En el ámbito político, el 2020 se aprueba la Ley 21.216 que modifica la Constitución para garantizar la paridad de género en el futuro proceso constituyente en caso de que la opción ganadora en el plebiscito del 25 de octubre de ese mismo a o sea “apruebo” y “convención constitucional”, logrando posicionar a Chile como el primer país que legisla sobre paridad y no cuotas, sentando as  la base para una Constitución paritaria.